El programa de conciertos Gaztemaniak agoniza. Esta iniciativa de la Diputación de Gipuzkoa nació en 1994 con los objetivos de “difundir nuevas tendencias musicales, promocionar los grupos de música locales y acercar la música de calidad a la juventud”.
Dieciséis años después, con los objetivos plenamente satisfechos desde el inicio, la Diputación se plantea suprimir los conciertos que Gaztemaniak! ha organizado a lo largo de toda la geografía guipuzcoana y que ahora se circunscriben, gracias al apoyo de sus ayuntamientos, a las localidades guipuzcoanas de Donostia, Oñati, Zarautz, Arrasate y Hondarribia.
A través de estas líneas instamos a la Diputación y a los ayuntamientos implicados a no cancelar el programa, a cumplir con sus obligaciones públicas y a mantener lo que ellos mismos denominan “innovadoras propuestas de grupos profesionales, nacionales e internacionales”. Sin olvidar las formaciones vascas, quienes siempre han contado con una gran promoción y un espacio relevante en esta propuesta foral.
La supresión de Gaztemaniak dejaría un hueco insustituible en la escena musical guipuzcoana, y su desaparición sería un misil directo a la línea de flotación de la cultura guipuzcoana. Gaztemaniak nos recuerda que existen otras músicas y otras maneras de enfrentarse a ella. El impacto que seguro han tenido sus conciertos en la creatividad de toda una generación de jóvenes (más de 50.000 espectadores en 15 años) es incalculable.
Su supresión apenas afectará a las arcas de la Diputación, ente que no ve reparos a la hora de gastar dinero con futuro incierto como Donostia 2016, y que no es consciente de que Gaztemaniak es semilla de la idea de Capitalidad Cultural. Todo el pan para hoy que supondrá la desaparición se traducirá en la hambruna futura de dinamismo cultural y, sobre todo, de matices y colores distintos, ahogados por el gris de los grandes eventos, de la música de siempre y de la cultura que ya se sostiene económicamente por sus propios medios.
El de Gaztemaniak podría haber sido otro doloroso y muy local ejemplo de que a nuestra generación le ha vencido el sistema, pero los abajo firmantes nos negamos a admitirlo. Queremos defender la propuesta foral, e instamos a los responsables políticos para que replanteen el proyecto si hace falta, a que busquen soluciones y no opten por el camino más sencillo: meter la tijera sin razonamientos de peso. En ese caso, la Diputación abandonaría parte de sus funciones obligatorias como entidad pública, la de proteger y difundir la cultura que no cuenta con el apoyo de la industria del ocio mainstream.
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